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by RicardoScotty60
on 18/9/15

EUROPA : Cuando el remedio es peor que la enfermedad

Mi Enfoque #572, 18 de setiembre, 2015 por David Mandel, enfoque@netvision.net.il

En 1853 el Zar Nicolás I de Rusia describió al Imperio Otomano como "el hombre enfermo de Europa", debido a su decadencia política, militar y económica. Hoy la frase es aplicable a Europa Occidental

El síntoma principal de la enfermedad de Europa es su colapso en la tasa de fertilidad. Un país, para mantener estable su población, necesita una tasa de fertilidad de 2.1 por mujer. Un promedio menor de dos hijos por mujer indica que la población disminuye y que la edad promedio se eleva, lo cual significa que el número de anciano aumenta y el de los jóvenes que podrían mantenerlos disminuye. Ningún país de Europa Occidental alcanza la tasa de reposición. Alemania tiene una tasa de 1.4 España 1.3 Italia 1.4 Grecia 1.3 Suecia 1.9 Gran Bretaña 1.9

Francia tiene una tasa de reposición de 2 gracias a que el 7% de su población es musulmana (4.7 millones), que tienen muchos más hijos que los franceses nativos.

Es una paradoja que estos países sufren de desempleo pero a la vez no tienen gente que quiera trabajar en limpieza, mantenimiento, y trabajos similares. Esa es la razón por la cual, desde hace algunas décadas, la solución al problema fue recibir inmigrantes. Alemania recibió inmigrantes turcos, Francia inmigrantes del norte de África, Gran Bretaña inmigrantes de Pakistán. Fue una inmigración controlada hasta cierto punto.

Lo que ocurre hoy es una pesadilla para todos. La inmigración, algunos la llaman "invasión", es caótica, sin control, y en números que hasta hace poco eran inimaginables, y que pronto pasarán del millón.

Algunos países europeos entienden que esta invasión, si continúa en el mismo ritmo, cambiará por completo la demografía, la cultura, la religión, y los valores éticos y morales de cada país. Los inmigrantes musulmanes no dejan atrás el caos, el fanatismo, la intolerancia que reinan en sus países de origen, sino que traen con ellos esa cultura y esos valores.

Aún si asumimos que sólo el 1% de los inmigrantes es jihadista, estamos hablando de 10,000 terroristas en el corazón de Europa que odian y desprecian la cultura occidental. La masacre de Charlie Hebdo se repetirá cada vez con más frecuencia.

Hoy, la gente de buen corazón recibe a los inmigrantes con los brazos abiertos. La situación será distinta dentro de algunos años cuando los nuevos inmigrantes exijan imponer la ley religiosa musulmana Shaaría.

Somos testigos de un acontecimiento histórico, la conquista musulmana de Europa, (tal vez no en nuestros días, pero con seguridad antes del fin de este siglo) equivalente a la decadencia y caída del Imperio Romano y a la transformación de Constantinopla, la que había sido la más grande y populosa ciudad de la Cristiandad, en la capital de un imperio islámico.

Mientras tanto, los ricos países árabes, responsables en gran parte del problema por haber financiado a los grupos armados que están destruyendo Siria e Irak, observan satisfechos lo que está ocurriendo en Europa.

La ingenuidad europea no es nueva. Ya se vio cuando permitieron, sin una sola palabra de protesta, que Arabia Saudita financie la construcción de enormes mezquitas en las principales capitales europeas mientras que a la vez prohibida la existencia de iglesias y templos en su territorio.