“—Está preciosa cuando duerme —dijo Cam con suavidad.
—¿Por eso deseabas que durmiera eternamente?
—¿Yo? Nunca. Habría matado a Sophia por lo que trató de hacer, en lugar de dejar que se escapara, como hiciste tú. —Cam se inclinó hacia delante y apoyó los codos en la barandilla del desván. Abajo, Luce se arropaba bajo las mantas—. Solo la quiero a ella. Ya sabes por qué.
—Entonces, me das lástima. Acabarás decepcionado.
Cam le sostuvo la mirada a Daniel y se frotó la mandíbula mientras reía entre dientes, con crueldad.
—Oh, Daniel, me sorprende que no puedas ver más allá. Todavía no es tuya. —Volvió a recrearse en la contemplación de Luce—. Puede que ella lo piense; pero los dos sabemos lo poco que comprende”