Nombre: Kay
Apellido: von Eschenbach
FC: Alexander Ludwin
Facultad: Lamda Mu
Edad: 22 años
Nacionalidad: Holandesa/Alemana
Carrera: Derecho
Historia:
Kay, hijo único del matrimonio von Eschenbach un hijo deseado y amado por sus padres, su padre un alemán, quien en búsqueda de un buen reventón y zafarse de la rutina decidió irse a disfrutar un poco allá en Holanda donde conoció a su madre, una hermosa chica de talle delgado, cintura bien marcada y caderas proporcionadas, con una melena rubia impresionantemente grande. Un coqueteo, una salida al café, un par de meses tratándole, un año de novios, unos años más comprometidos, hasta llegar al día del matrimonio, donde a los pocos meses la señora von Eschenbach quedo preñada de su marido.
Kay creció siendo un ser muy amado, una infancia de lo más normal, nada fuera de sentido. Creció con varios amigos, y lo más importantes rodeado de su familia, en especial de su prima Griet, ella no se parecía para nada a él, para empezar por el color de piel. Desde pequeño siempre odio que le hicieran burla por aquello, por lo mismo, decidió que era su labor defenderla y protegerla, juntos se metían en muchos problemas. Kay adoraba de una manera especial a su prima, hasta el punto que los dos se volvieron inseparables.
Siempre estaba uno tras el otro, hasta que llego el tiempo en que Griet fue a Francia a estudiar, el para llenar ese espacio que Griet le había dejado empezó a salir con una y otra chica, metiéndose tanta cosa encontrara, no llegando a casa, haciendo lo que fuera de su vida una verdadera locura. Producto de sus noches de locura juvenil, tuvo un accidente de auto, donde su mejor amigo murió y desde entonces, Kay no fue el mismo. El exceso de las drogas y el estrés post traumático hicieron que el chico cambiara para casi todo el mundo. Tenía fallos de memoria, no recordaba las cosas que hacía y sobre todo, según decía la gente, era como si dos personas distintas, uno más activo y el otro más pasivo.
Estuvo un tiempo internado en una clínica de rehabilitación, pero no le ayudó mucho y sólo le dieron el alta porque su madre lo extrañaba demasiado.
El retorno de su prima lo ayudó, de apoco comenzó a volver a ser el Kay normal, pero empezó a llevarla a ella al mundo de las drogas, el sexo y los demás vicios. Griet no se negaba porque ambos pasaban muy buen tiempo juntos. Todo iba bien hasta que de nuevo Griet decidió irse y esta vez aún más lejos ya que se iba del continente y hasta el otro lado del mundo, Kay se estaba empezando a reformar, hasta a la universidad había aplicado y llevaba un año allí tomando materias y yendo a sus clases con perfectas notas, cuando se enteró a que universidad se había ido su prima no dudo ni un segundo en irse para allá. Además, investigando en internet se dio cuenta de que la universidad tenía un excelente equipo de Basketball y que dada su habilidad natural y que también participaba en la selección de su antigua universidad, no iba a ser difícil que lo aceptaran. Es así que a los pocos días, le llegó un correo con una beca en deportes. Tomo un poco de dinero y decidió partir, además sabía la parte que el padre de Griet le había puesto un piso enorme de apartamento en la ciudad y que allí viviría, claro está, nada le hacía más feliz que eso.
Personalidad:
Kay es un chico bastante extraño, para empezar tiene un trastorno de personalidad disociativa, que aumenta cuando el chico está consumiendo drogas. En su cuerpo habitan dos personas, una dominante (con las drogas) que es más atrevida, adicto a la adrenalina y obsesivo. Y la otra, pasiva, que es más tranquila y un tanto depresiva. No obstante, cuando no está bajo los efectos de las drogas igual es una persona bastante alegre, que le gusta salir, conocer gente. Quiere mucho a su prima, demasiado, sería capaz de hacer cualquier cosa por ella. (Por su familia en general).
Le gustan las chicas, por supuesto, pero nunca se ha enamorado. Ha tenido un par de novias pero nada serio.
Suele obsesionarse con las cosas, aunque luego que descubre cómo funcionan se aburre y termina dejándolas.
Prueba de rol:
Solo faltaban unos minutos para que el reloj diera las siete de la mañana. Estuve despierto casi toda la noche, pensando en tonterías, generalmente aquellas que tenían que ver con el accidente, me carcomía el cerebro el no recordar como había ocurrido todo, y por lo mismo, generalmente terminaba consumiendo algún estupefaciente que activara mi cerebro y lo obligara a recordar como había ocurrido todo. Sin embargo, aquella vez no lo hice solamente porque al estar en una ciudad nueva todavía no conocía a los deales y la droga que había traído desde Holanda ya se había agotado.
Solté un suspiro y terminé de arreglar mis cosas, hoy era el primer día de mi nueva vida universitaria en un nuevo continente. Por lo menos, Griet estaba allí para ayudarme y hacer todo más ameno.
Pasé una mano por mi cabello, pequeño tic nervioso que tenía, tomé las llaves de mi departamento y salí hacia la universidad, que solo estaba a unas cuadras de donde vivía. A penas puse un pie en la calle el ruido ambiente se hizo presente, a pesar de ser tan temprano la ciudad ya estaba despierta, creo que aquel dicho de Nueva York, la ciudad que nunca duerme, era cierto.