Un martilleo en la cabeza y un gran alboroto despertó a River, cuyos ojos verdes reflejaban en fuego incandescente que devoraba lo que quedaba de su hogar, que cada vez se iba alejando. ¿Como era eso posible? Inmediatamente se dio cuenta de que se la estaban llevando, y a juzgar por la restricción en muñecas y tobillos, lo hacían sus captores. En aquel momento no le importo quien eran, una niña de corta edad, con los rizos de su madre en el tono pelirrojo de su abuelo, con los ojos de su abuelo y las fracciones de su padre, era todo lo que ocupaba su juicio. -Fre...ya... Musitó antes de quedarse inconsciente de nuevo. [Continuará]